Cuenta la leyenda que cuando los Estados Unidos de América y la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas comenzaron la lucha por la supremacía en el espacio, se vieron con un pequeño inconveniente: escribir.
En 1.961 los soviéticos estaban a punto de enviar a Yuri Alekséyevich Gagarin al espacio por un intervalo de poco más de cuatro horas. Durante ese tiempo, el Sr. Gagarin tendría que hablar por radio (demostrando que de verdad estaba allí), comer algo (para poder experimentar si un cuerpo humano podía mantener ciertos hábitos en ingravedad), tomar notas, comprobar si Dios existe - esto sí es leyenda, ya que fue Nikita Jrushchov el que dijo que Gagarin no lo había visto y por lo tanto no existe, ya que en las grabaciones de Gagarin no hay menciones teológicas - y la no menos difícil tarea de volver. Fue una gran gesta histórica para la URSS y el mundo entero.

Más allá de lo cierto, esta simpática historia nos viene a ilustrar muy bien el trabajo de Compras en una empresa - ya sea como comprador asesor y/o como departamento de compras - ya que:
- En el 90% de los casos, cuando comparto con mis clientes la solución, su respuesta es claro, no porque lo vean bien, sino porque les parece obvia la solución (como el lápiz).
- Por que la mayor diferencia entre compras y otros departamentos tipo ingeniería, etc. es que quiere tener soluciones fáciles, ya existentes...como decía un compañero, "no inventemos la rueda de nuevo".
- Porque las soluciones standard:
- Son más económicas.
- Son más fiables.
- Duran más.
- El retorno a la inversión es bajísimo.
- La rapidez en la implementación es infinitamente mayor que las soluciones ad hoc.
- Demuestran que conocemos nuestro entorno, que usamos la imaginación para encontrar soluciones sencillas.
Nota: como podemos ver en este enlace, muchos años después todos descubrieron que los bolígrafos normales sí escriben. Quizá alguien de Compras hubiera podido agradecer al Sr. Fisher la oferta y hubiera enviado a los astronautas con un estuche de Mickey Mouse lleno de lápices de colores y un boli baratero por no más de medio dólar. Al fin y al cabo, el riesgo que no funcionara era el mismo que el que no escribiera el bolígrafo de Fisher, pero el gasto muy inferior.
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