Seguimos hablando sobre defectos que nos encontramos en los diferentes clientes a los que asesoramos. En cuanto a lo que se refiere a la negociación, he encontrado casi por igual dos posturas:
Es un **** proveedor. Que se ****. (a esto le llamo no negociar)
o
¿¿Cuánto??, ¿¿quieres quitarme el pan de mis hijos?? (a esto le llamo negociador emocional)

Una regla básica de la negociación es saber adaptarte a cada situación sin perder tu estilo. En los últimos 15 años de trabajo como compras, sólo en una ocasión tuve que ser emotivo - ¡que no emocional! - con un proveedor y resultó en un descuento del precio de un 8% (con un volumen anual de 1.2M€). ¿Cómo fue? He aquí un pequeño resumen:
No apelé a todo lo que yo o él había hecho por nosotros, sino al hecho de que ambas empresas tenían un extraordinario historial de colaboración durante más de 20 años y durante los últimos 10 no se les había pedido ninguna bajada de precios (emotivo, no emocional)...ahora necesitábamos hacer un esfuerzo los dos para mantener esa relación. Ellos bajarían los precios un 8%, consignarían el 100% del material en aquellas fábricas donde el consumo superaba los 50K€/año y se comprometían a estudiar los materiales y usos en las cinco fábricas de mayor consumo para adecuar los materiales y optimizar el coste. Al final, mi proveedor me llamó "strong man", lo que me hacía sentir que creía que él había perdido en la negociación, así que le demostré cómo sus números iban a aumentar y que ellos habían salido ganando en la negociación...
Creo que este ejemplo ilustra la diferencia entre ser emotivo (el ejemplo) y ser emocional (el dibujo que he añadido o bien los comentarios anteriores). Debemos dejar de ser emocionales para ser emotivos cuando sea necesario. No hay que abusar de esta herramienta y sí acostumbrarnos a utilizar otras muchas que iremos viendo poco a poco.
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